Análisis académico de Jardines comenzados de Wenceslao Vargas Márquez: La analogía entre la cama y la tumba
En Jardines comenzados, Wenceslao Vargas Márquez construye una narración donde se cruzan temas de vida, muerte y la ansiedad existencial. Uno de los símbolos centrales del relato es la relación entre la cama y la tumba, dos lugares de reposo que están llenos de significados contrapuestos, pero que, al mismo tiempo, se funden en una única representación del paso del tiempo y la vulnerabilidad humana. A continuación, se realiza un análisis estructurado de la obra, enfocándose en esta analogía.
1. La cama como lugar de vulnerabilidad y transición
La cama, en Jardines comenzados, es representada como un lugar donde se manifiestan tanto la fragilidad de la vida humana como la inminencia de la muerte. Marcela, la esposa del narrador, se encuentra en reposo debido a una enfermedad cardiaca, y su cama se convierte en un espacio de transición entre la vida activa y el descanso eterno. Esta representación de la cama es crucial, ya que la figura de Marcela acostada es vista por el narrador como una premonición de su muerte, un estado entre la vida y la muerte.
El narrador describe la cama de Marcela como un lugar de reposo pasivo, asociada con la indefensión de la vida humana, un espacio donde no solo se sufre la enfermedad, sino también donde la presencia de la muerte se hace cada vez más palpable. Marcela está atrapada en un sueño profundo, un sueño que el narrador teme se convierta en un sueño eterno, vinculando así la cama con la idea de la tumba.
2. La tumba como símbolo de la muerte definitiva
El contraste con la cama lo representa la tumba, que en la narrativa simboliza la muerte definitiva. El jardín que Job está construyendo no es simplemente un espacio de crecimiento y vida, sino que se convierte, a través de los ojos del narrador, en una especie de campo santo. La imagen de Job cavando y trazando líneas paralelas y perpendiculares en la tierra recuerda a la creación de tumbas alineadas, como si el jardín fuera una representación del proceso de sepultura.
La preocupación del narrador es que el jardín, lejos de ser un lugar de vitalidad, termine representando el final de Marcela. Las cuadrículas y las líneas del jardín evocan las tumbas alineadas en un cementerio, un espacio donde los cuerpos descansan en la muerte. En este sentido, la construcción del jardín por parte de Job adquiere una carga simbólica de fatalidad, pues cada trazo de pala y cada medición de terreno parecen acercar más a Marcela a su destino final.
3. La disposición de los cuerpos: La cama y la tumba como lugares de reposo 'boca arriba'
Una de las imágenes más potentes que establece la analogía entre la cama y la tumba es la disposición "boca arriba" de los cuerpos. Tanto en la cama de Marcela como en la tumba, el cuerpo se encuentra en una postura supina, lo que remite a la muerte. Esta posición es simbólica, ya que está asociada a la idea del cadáver, que yace inmóvil y entregado a la inevitable condición de su fin. El narrador no puede evitar ver en la posición de Marcela, acostada sin poder moverse ni defenderse, una prefiguración de la muerte, una postura que también se puede asociar con el descanso eterno en una tumba.
La imagen de la cama "boca arriba" de Marcela, junto a la disposición ordenada y sistemática de las tumbas en el jardín que Job construye, subraya el miedo del narrador a que su esposa se convierta en una parte más del paisaje de muerte que se está gestando a su alrededor. La cama, por tanto, no solo es un espacio de descanso y recuperación, sino también un lugar donde la muerte acecha de manera silenciosa.
4. El jardín como espacio de vida y muerte
El jardín, en teoría, debería ser un lugar que represente la vida, un espacio de belleza y crecimiento. Sin embargo, en el relato de Vargas Márquez, el jardín está cargado de una atmósfera de muerte, principalmente debido al trabajo de Job y la manera en que el narrador lo interpreta. El acto de cavar en la tierra, de trazar líneas y de medir el espacio, no solo evoca la creación de un jardín, sino también la creación de tumbas. Cada trazo, cada fosa que Job excava, parece acercarse más a la idea de un sepulcro que de un lugar de vida.
La analogía entre el jardín y la tumba se intensifica a medida que Job sigue trabajando bajo el sol, creando fosas y terraplenes. El narrador, al observar el trabajo de Job, siente que está participando en la construcción de un espacio que podría llegar a albergar el cuerpo de Marcela. La ambigüedad entre la creación de un jardín y la creación de una tumba refleja la contradicción central de la obra: la vida está constantemente al borde de la muerte, y los espacios de vida, como el jardín, pueden convertirse en lugares de descanso eterno.
5. El temor del narrador: Impedir que la cama de Marcela se convierta en una tumba
La angustia del narrador es clara: teme que el trabajo de Job acabe transformando la cama de Marcela en una tumba definitiva. La imagen de los "niños que barren" en la habitación de Marcela, así como los "marcianos" que acechan bajo la cama, refuerzan la idea de que el narrador ve el sueño de Marcela como una amenaza de muerte. La construcción del jardín, lejos de ser una forma de embellecer la casa, se convierte en una actividad que se asocia con la desaparición de Marcela, como si el espacio que Job está creando fuera un presagio de su tumba.
El narrador desea intervenir en el trabajo de Job, deteniéndolo antes de que las líneas y las cuadrículas que ha trazado lleguen a abarcar la cama de Marcela, simbolizando de esta manera su deseo de evitar que la muerte se apodere de ella. La batalla que el narrador libra contra Job es, en última instancia, una lucha contra la inevitabilidad de la muerte, y su temor se concentra en que el jardín termine representando un sepulcro para Marcela.
Conclusión
En Jardines comenzados, Wenceslao Vargas Márquez utiliza la analogía entre la cama y la tumba para explorar temas profundos de vida, muerte y la transición entre ambos estados. La cama de Marcela es vista por el narrador no solo como un espacio de reposo, sino también como un lugar donde la muerte acecha. El jardín, creado por Job, se convierte en el lugar donde la vida y la muerte se mezclan, y el narrador teme que ese espacio se convierta en la última morada de su esposa. A través de esta analogía, Vargas Márquez nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia humana, la inevitabilidad de la muerte y los lugares en los que ambas se manifiestan.
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