19 octubre 2025

Fonden: Desmantelar un escudo.

Desmantelar un Escudo: ¿Error Estratégico o Castigo a la Corrupción Pasada?

El Diagnóstico Amargo y la Solución Controvertida

El debate sobre la supervivencia del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) no es meramente administrativo; es una encrucijada moral y estratégica para el Estado mexicano. La propuesta de desaparecer este fideicomiso surge de una premisa innegable y dolorosa: el FONDEN, a lo largo de las administraciones del PRI y el PAN, se pervirtió. Se transformó, según numerosas denuncias, de un mecanismo de auxilio a una caja chica para la corrupción y el desvío de recursos públicos

El argumento es simple y contundente: si la herramienta se usó para robar, hay que eliminar la herramienta.

Sin embargo, esta solución, por directa que parezca, es profundamente miope. Abolir el FONDEN es castigar la función indispensable que cumple por la falta de honradez de sus antiguos gestores. Es una medida reactiva que confunde el síntoma (la corrupción en el manejo) con la necesidad (la existencia de un fondo de emergencia expedito).


El FONDEN fue creado para un fin claro: garantizar una respuesta financiera inmediata ante catástrofes naturales. En un país como México, altamente vulnerable a sismos, huracanes, y sequías, esta rapidez es vital. Cuando un desastre golpea, el tiempo se mide en vidas y en el sufrimiento de la población. Contar con un fondo que pueda liberar recursos al instante, sin depender del lento proceso de reasignación presupuestal del Congreso, es un activo estratégico que ninguna nación con riesgo sísmico y costero puede darse el lujo de desechar.

Desaparecer el FONDEN implica desmantelar, de facto, toda la arquitectura financiera de respuesta a desastres del país. Esto incluye los instrumentos de transferencia de riesgo, como los bonos catastróficos y los mecanismos de reaseguro internacional. Al eliminar el fondo, el Estado mexicano asume el 100% del riesgo financiero de una catástrofe mayor, poniendo en peligro no solo la reconstrucción, sino la estabilidad de las finanzas públicas ante un evento de gran magnitud. Es, paradójicamente, una decisión de alto riesgo financiero tomada en nombre de la austeridad.


La Prueba de Fuego de la Honestidad Gubernamental

La actual administración tiene como bandera fundamental el combate a la corrupción y la aplicación de la honestidad republicana. Si el FONDEN se administró de manera corrupta con los gobiernos anteriores, este momento representa la oportunidad de oro para demostrar que la corrupción no es inherente al mecanismo, sino a quienes lo operan.

La verdadera prueba de honestidad no es la eliminación por miedo o desconfianza; es la administración pulcra y ejemplar de un instrumento que la nación necesita. El camino no es la abolición, sino la reforma radical del sistema de gestión.

Para sanear el FONDEN y convertirlo en un modelo de transparencia, se requiere:

1.      Sustitución Total del Personal y Nombramiento de Gestores Intachables: El enfoque debe ser mantener el fideicomiso con sus reglas financieras, pero colocar a la cabeza a gente honesta con capacidad técnica y probada honorabilidad. Los operadores deben ser servidores públicos que entiendan que el recurso es sagrado y que la corrupción en este ámbito es un crimen contra la vida y la seguridad nacional.

2.      Transparencia Ex Ante y en Tiempo Real: Establecer plataformas digitales abiertas donde cada erogación del FONDEN sea visible y rastreable por la ciudadanía y los órganos de fiscalización antes de que se concrete el gasto, y no meses después. Esto implica hacer públicos los listados de damnificados, los criterios de asignación y los contratos de proveedores en tiempo real.

3.      Fortalecimiento de la Fiscalización Preventiva: Dotar a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y a la Secretaría de la Función Pública (SFP) de facultades para realizar auditorías continuas y preventivas a los proyectos de reconstrucción, interviniendo inmediatamente ante cualquier indicio de sobreprecio o desvío.

Desaparecer el FONDEN es admitir, implícitamente, que la administración actual carece de la capacidad o la voluntad para gestionar un fondo sensible sin caer en las mismas prácticas que critica. Es rendirse ante el fantasma de la corrupción pasada en lugar de vencerlo con eficacia y transparencia.


No Abandonar el Escudo: El Imperativo Estratégico

La decisión de eliminar el FONDEN es una renuncia a la planificación estratégica en favor de una medida simbólica. Cuando llegue el próximo gran sismo, o el próximo huracán categoría 5, el gobierno se verá obligado a improvisar. La espera por reasignaciones presupuestales en medio de una emergencia solo multiplicará el sufrimiento y aumentará los costos sociales y económicos a largo plazo.

El argumento de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) puede administrar estos recursos directamente no es suficiente. El FONDEN funcionaba como una reserva líquida y dedicada; mezclar sus funciones con el presupuesto ordinario centraliza la decisión y la vuelve vulnerable a recortes políticos, restándole la flexibilidad y la rapidez que requiere una respuesta de emergencia.

La sociedad no pide la permanencia del FONDEN corrupto del pasado, sino la creación de un FONDEN honesto y eficiente para el futuro. Es responsabilidad del gobierno de la Cuarta Transformación, investido del mandato de acabar con la corrupción, sanear el instrumento, no destruirlo.

México necesita un escudo financiero robusto y rápido ante los embates de la naturaleza. La desaparición del FONDEN es una victoria póstuma para la corrupción, pues paraliza la capacidad de respuesta del Estado. El momento exige temple: demostrar que es posible tener un fondo de auxilio manejado por gente honrada y transparente, convirtiendo este mecanismo no en un recuerdo de la cleptocracia, sino en un símbolo de la nueva gestión pública. La Patria lo demanda; la honestidad debe ser el cimiento, no la excusa para desmantelar lo que salva vidas.

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