Análisis académico de “Cariño a los animales” de Wenceslao Vargas Márquez
“Cariño a los animales”, relato breve de Wenceslao Vargas Márquez, se inscribe dentro de la narrativa irónica y crítica del autor, en donde el absurdo se convierte en vehículo para la sátira social. A través de una situación improbable —la mutilación de un espectador por parte de un torero, como si se tratara de una faena taurina—, el autor propone una reflexión sarcástica sobre los efectos de la propaganda mediática, la maleabilidad de las convicciones personales y la violencia ritualizada de la tauromaquia.
Desde las primeras líneas se establece un tono marcadamente irónico. El protagonista, el “honorable señor Esquerra”, ha sufrido “la ignominia”, no por un accidente o acto heroico, sino como consecuencia de haber sido literalmente confundido con un toro en la plaza. El término “ignominia” —carga semántica que remite al oprobio o la deshonra pública— se vuelve aquí una burla del sistema de valores trastocado: Esquerra no es víctima de un error aislado, sino del poder hipnótico de la televisión, capaz de trastocar principios éticos profundamente arraigados, como su antiguo amor por los animales, y convertirlo en aficionado taurino.
El relato está tejido con una lógica interna de farsa precisa: el torero Reséndiz, “Torniquete”, promete cortar una oreja al primero de la tarde, y lo cumple… pero no a un toro, sino al primer ser vivo que se cruza en su camino, que resulta ser el propio Esquerra. Este juego literalista convierte en acto absurdo lo que el espectáculo taurino tolera como parte de su “liturgia”. Vargas Márquez subvierte así los códigos de la tauromaquia, reduciendo su violencia ritualizada a un hecho grotesco y ridículo. La oreja, como símbolo de triunfo en la corrida, queda convertida en botín aberrante, y el torero en una figura caricaturesca y brutal.
El nombre del torero, “Torniquete”, no es casual. El término remite tanto al instrumento para detener hemorragias —sugerente dada la mutilación física que sufre Esquerra— como al mecanismo que controla el acceso a espacios cerrados, como las plazas. Esta ambigüedad semántica refuerza el carácter simbólico del personaje: un agente de control y de violencia, figura paródica de un sistema que exalta el dolor como espectáculo.
Asimismo, el relato contiene un componente metatextual significativo al incluir dos referencias al ficticio El Gremialista de Honorio Bustos Domecq (seudónimo compartido por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares). Esta mención funciona como homenaje y como anclaje literario que emparenta el estilo de Vargas Márquez con el humor sofisticado, el absurdo lógico y la sátira social de la dupla argentina. Además, al simular la autoridad de una fuente bibliográfica, ironiza sobre la necesidad de legitimación de ciertos discursos, reforzando el tono paródico.
El final del cuento es especialmente mordaz. Se señala que el “99.8% del honorable señor Esquerra” (una referencia implícita al hecho de haber perdido parte de su cuerpo) solicita nuevamente su carnet de ecologista. Con ello, el autor sugiere que la recuperación de las convicciones éticas no proviene de una reflexión racional o un compromiso profundo, sino del trauma, de la experiencia directa del dolor físico. La brutalidad sufrida devuelve a Esquerra a su postura anterior, como si el sufrimiento fuera una pedagogía más eficaz que cualquier campaña ideológica.
En este sentido, el cuento traza una crítica al poder de los medios para transformar las identidades y convicciones, y a la vez sugiere la posibilidad de que sólo un choque violento con la realidad puede restituir la conciencia ética perdida. El humor negro, la exageración y la literalidad absurda son los recursos centrales que permiten al autor llevar al extremo esta paradoja.
Conclusión
“Cariño a los animales” es un relato breve, denso en su estructura irónica y eficaz en su crítica. Con lenguaje preciso y situaciones grotescas, Wenceslao Vargas Márquez desmonta la retórica de la violencia legitimada por la tradición (la tauromaquia) y denuncia el poder alienante de la propaganda mediática. El cuento es también una reflexión ácida sobre la fragilidad de las convicciones ideológicas cuando se enfrentan al espectáculo, al dogma y al dolor. Bajo la superficie cómica y delirante, se oculta una lúcida mirada sobre la manipulación social y la deshumanización en nombre del arte o la tradición.
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