El Agravio Estadounidense de 1848: Un Robo Mayor que la Conquista.
En la historia de México, dos eventos destacan como momentos de profunda injusticia y transformación forzada: la Conquista española en el siglo XVI y la Guerra México-Estados Unidos de 1846-1848. Ambos representan intervenciones extranjeras que alteraron el destino de la nación, pero si analizamos con detenimiento, el agravio perpetrado por Estados Unidos en 1848 supera en magnitud y cinismo al de España en el siglo XVI. No solo por el contexto histórico, sino por las consecuencias duraderas y el oportunismo expansionista. Sin embargo, en el México contemporáneo, el gobierno actual parece usar estos agravios históricos como una cortina de humo para distraer de problemas urgentes como la corrupción, la violencia y la desigualdad económica. En este ensayo, exploraremos por qué el intervencionismo estadounidense fue peor y cómo las demandas retóricas de hoy sirven más a la política interna que a la justicia histórica.
La Conquista Española: Un Choque de Mundos en la Era Pre-Moderna
La llegada de Hernán Cortés en 1519 y la caída de Tenochtitlán en 1521 marcaron el inicio de la era colonial en México. España, impulsada por el afán de riquezas, evangelización y expansión imperial, sometió a los pueblos indígenas mediante alianzas estratégicas, superioridad tecnológica (armas de fuego, caballos) y, sobre todo, enfermedades como la viruela que diezmaron poblaciones enteras. Se estima que la población indígena de Mesoamérica se redujo de unos 25 millones a menos de 2 millones en un siglo, un genocidio inadvertido pero devastador.
Este agravio fue inmenso: la imposición de un sistema feudal, la esclavitud en las encomiendas y la destrucción cultural de civilizaciones como la azteca y la maya. Sin embargo, hay que contextualizarlo en su época. El siglo XVI era una era de conquistas globales; España no era la única potencia europea en expansión (Portugal, Inglaterra y Francia hacían lo propio). Además, la Conquista no fue un robo de un Estado soberano consolidado, sino la subyugación de un mosaico de reinos indígenas en constante conflicto. México, como entidad nacional, no existía aún; surgió precisamente de la fusión forzada de mundos indígena y europeo. Aunque brutal, este proceso dio origen a la identidad mestiza que define al México moderno.
## El Robo Territorial de 1848: Un Acto de Avaricia en la Era de las Naciones
En contraste, la Guerra México-Estados Unidos de 1846-1848 representa un agravio superior porque ocurrió en un contexto de naciones independientes y supuestamente iguales. México había logrado su independencia en 1821, estableciendo fronteras claras y un gobierno soberano. Estados Unidos, bajo la doctrina del "Destino Manifiesto" —esa idea racista de que los anglosajones estaban destinados a dominar el continente—, invadió México con pretextos débiles como disputas fronterizas en Texas.
El resultado fue catastrófico: el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) obligó a México a ceder más de 2 millones de kilómetros cuadrados, casi la mitad de su territorio, incluyendo lo que hoy son California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Esto no fue una conquista de "salvajes" (como veían los españoles a los indígenas), sino un asalto a un vecino soberano, motivado por la codicia de tierras fértiles, rutas comerciales y recursos como el oro de California (descubierto justo después de la guerra).
¿Por qué fue superior este agravio? Primero, en escala: México perdió un territorio equivalente a la superficie de Europa occidental, lo que truncó su desarrollo económico y lo condenó a una posición subordinada en el hemisferio. Segundo, en hipocresía: Estados Unidos se presentaba como campeón de la libertad y la democracia, pero actuó como un imperio depredador, ignorando tratados previos y usando la fuerza bruta. Tercero, en recencia y legado: mientras la Conquista española se diluye en cinco siglos de historia, el despojo de 1848 es fresco en la memoria colectiva, con impactos directos como la migración forzada de mexicanos en tierras anexadas y la persistente desigualdad fronteriza. Imaginen: sin esa guerra, México podría haber sido una superpotencia con acceso al Pacífico y recursos minerales incalculables.
## La Distracción del Gobierno Actual: Historia como Arma Política
En los últimos años, el Gobierno  ha revivido estos agravios históricos con demandas públicas de disculpas. En 2019, por ejemplo, se pidió a España una disculpa por la Conquista, y se han hecho alusiones similares hacia Estados Unidos. Pero ¿qué hay detrás de esto? Más que una búsqueda genuina de reconciliación, parece una estrategia de distracción.
México enfrenta crisis acuciantes: cárteles que controlan regiones enteras, pobreza que afecta a la mitad de la población, corrupción en instituciones y un sistema de salud colapsado. En lugar de abordar estos problemas con reformas concretas, el gobierno opta por retórica histórica que genera titulares pero no soluciones. Pedir disculpas a potencias extranjeras por eventos de siglos atrás distrae del fracaso interno: ¿por qué no exigir cuentas a los corruptos locales en vez de a monarcas muertos? Esta táctica populista une a la nación contra un "enemigo externo" imaginario, pero ignora que el verdadero agravio actual es la inacción ante la violencia diaria y la desigualdad.
Además, enfocarse en España (un agravio menor comparado con el de EE.UU.) revela sesgos ideológicos: es más fácil criticar a la "madre patria" colonial que confrontar al vecino poderoso con quien se tienen lazos económicos vitales (como el T-MEC). Si el gobierno fuera serio, demandaría reparaciones concretas por 1848, como inversiones en la frontera o revisión de tratados migratorios. Pero no: es solo ruido para ganar votos.
## Conclusión: Mirar al Futuro, No al Pasado Distorsionado
El agravio de Estados Unidos en 1848 fue superior al de España en el siglo XVI porque representó un robo deliberado a una nación soberana en una era de supuesta igualdad internacional, con consecuencias que aún resuenan en la geopolítica actual. Mientras la Conquista forjó México, la guerra de 1848 lo mutiló. Sin embargo, obsesionarse con disculpas históricas es una distracción orquestada por el gobierno para evadir responsabilidades presentes.
Para avanzar, México necesita educación histórica objetiva, no propaganda. Enfocémonos en fortalecer instituciones, combatir la corrupción y negociar con vecinos desde la fuerza, no la victimización. Solo así honraremos a los antepasados sin caer en la trampa de la distracción política. ¿Qué opinas tú, lector? ¿Deberíamos priorizar el pasado o el presente? Comparte en los comentarios.
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