Desde su fundación en 2014, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se presentó como una fuerza disruptiva en la política mexicana, prometiendo enterrar el viejo sistema encarnado por el PRI y el PAN. Sin embargo, tras casi una década de crecimiento acelerado y su consolidación como partido hegemónico, Morena enfrenta un desafío paradójico: llevar en su ADN el germen de la división política que alguna vez denunció en sus adversarios. Su composición heterogénea, su dependencia del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y las tensiones ideológicas internas revelan fisuras que podrían definir su futuro.
**Orígenes: Una Coalición de Descontentos**
Morena nació como un proyecto de convergencia. Surgió de la unión de exmilitantes de izquierda (como del PRD), líderes sociales, académicos críticos e incluso exintegrantes del PRI y el PAN desencantados con sus partidos. Esta diversidad fue inicialmente una fortaleza: permitió capitalizar el hartazgo social contra la corrupción y las políticas neoliberales. Sin embargo, esa pluralidad también sembró contradicciones. Desde el principio, coexistieron en su seno corrientes radicales (como la izquierda anticapitalista), moderados cercanos al lopezobradorismo pragmático, y figuras oportunistas que vieron en Morena un vehículo de poder.
**Factores de División Interna**
1. **El Dilema Ideológico**: Morena no es un partido con una doctrina clara, sino un movimiento articulado alrededor de AMLO. Mientras algunos sectores buscan impulsar reformas profundas en materia energética, educativa o de derechos sociales, otros priorizan mantener un discurso moderado para no alienar a clases medias o al sector empresarial. Esta ambigüedad genera roces, como se vio en debates sobre la militarización, la energía renovable o el trato a organismos autónomos.
2. **El Liderazgo Unipersonal**: La figura de López Obrador actúa como un parche temporal sobre las divisiones. Su carisma y autoridad moral mantienen cohesionadas a las facciones, pero su salida en 2024 abre incógnitas. La falta de un mecanismo claro de sucesión ha desatado una lucha sorda entre aspirantes: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y otros. Cada uno representa intereses y visiones distintas dentro del movimiento, lo que podría fragmentar al partido post-AMLO.
3. **Los Conflictos por el Poder Local**: Morena creció absorbiendo figuras políticas de todos los rincones, muchas con prácticas clientelares o autoritarias heredadas del viejo régimen. Gobernadores y líderes regionales priorizan sus agendas sobre la disciplina partidista, generando choques con la dirigencia nacional. Ejemplos como los escándalos de corrupción en Guerrero o las pugnas por candidaturas en estados como Michoacán ilustran esta tensión.
**Fracturas Visibles**
Las elecciones internas de 2021 para definir la dirigencia del partido fueron un preludio de la discordia. El proceso, marcado por acusaciones de irregularidades y favoritismo hacia los cercanos a AMLO, dejó al descubierto resentimientos entre fundadores y nuevos militantes. Más recientemente, en 2023, las críticas públicas entre morenistas por la polémica reforma electoral o el apoyo a iniciativas como el Plan B evidenciaron que la unanimidad es un mito. Incluso figuras históricas como Porfirio Muñoz Ledo, antes de su muerte, alertaron sobre el riesgo de que Morena replicara el verticalismo del PRI.
Además, la estrategia de alianzas con partidos como el PVEM o el PT, percibidos por muchos bases morenistas como estructuras corruptas, ha generado malestar. Para algunos, estos pactos contradicen el principio de "austeridad republicana" y revelan un pragmatismo que desdibuja los ideales originales.
**Consecuencias y Riesgos**
La división interna en Morena no es solo un tema organizativo: afecta su capacidad de gobernar. En el Congreso, aunque cuenta con mayoría, las negociaciones para aprobar reformas suelen requerir concesiones a grupos internos, lo que diluye proyectos o genera leyes ambiguas. A nivel electoral, el riesgo es la fragmentación. Si las facciones no logran un acuerdo post-AMLO, podrían surgir escisiones, como ocurrió con el PRD en los años 90.
Además, la oposición (PRI, PAN y Movimiento Ciudadano) podría explotar estas divisiones, presentando a Morena como un partido caótico y sin rumbo. La imagen de unidad, clave en su ascenso, se erosiona cada vez que sus diputados o gobernadores critican abiertamente las decisiones de Palacio Nacional.
**Conclusión: ¿Hacia una Nueva Crisis de la Izquierda?**
Morena encarna una paradoja: su éxito se basó en unificar el descontento, pero su naturaleza heterogénea lo hace vulnerable a repetir la historia de división que ha plagado a la izquierda mexicana. El culto a la personalidad de AMLO retrasa, pero no resuelve, esta bomba de tiempo. En 2024, cuando el presidente deje la primera línea, el partido enfrentará una encrucijada: imponer una línea única (arriesgando rupturas) o aceptar el pluralismo interno (debilitando su cohesión). Su capacidad para gestionar estas tensiones definirá si logra trascender como un proyecto de Estado o si se convierte, como sus predecesores, en un capítulo más de fragmentación política en México.
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