18 junio 2024

Cifras de encuestas y consultas

 Cifras de encuestas y consultas

Wenceslao Vargas Márquez

¿En cuántas personas se han respaldado las principales decisiones del oficialismo a lo largo del sexenio federal? Se puede argumentar que las principales decisiones nacionales se han tomado con base en la respuesta o criterio de muy pocas personas.

En agosto de 2021 la consulta para juzgar a expresidentes tuvo una participación del 7%. Con base en esa raquítica participación se decidió dejar a los expresidentes en la impunidad. En abril de 2022 la participación en la consulta para revocar el mandato del presidente en ejercicio fue del 17%. Este corto tamaño del ejercicio impidió la revocación al no alcanzarse el 40% que ordena la Constitución. En septiembre de 2023, ¿cuántas  personas votaron por Claudia Sheinbaum para resultar la candidata a titular del Ejecutivo federal para el sexenio 2024-2030? Hay tres posibles respuestas, las tres excluyentes según la militancia (o el estado de ánimo) del lector.

Cifras


Siguiendo una primera respuesta, los críticos más acerbos, los más descompuestos críticos del oficialismo dicen que la única persona que votó por ella fue el presidente saliente. Un solo voto como en los viejos tiempos del PRI. Sin duda alguna el ejemplo más acabado de este modelo fue José López Portillo en 1976. Lo demás, como bien dijo la actual candidata triunfadora, fue mero trámite. 

En una segunda posible respuesta, el ciudadano promedio -que se alimenta informativamente de noticias promedio- sabe que votaron por ella no sólo una persona sino casi 36 millones según el conteo de la autoridad electoral, del total de casi 100 millones de electores. (Fue mayor el número de electores que se abstuvieron, unos 38 millones). Esto es lo oficial, esto es lo que mantendrán el INE y Wikipedia en sus archivos para los próximos años.    

Pero hay una tercera respuesta posible, olvidada por el respetable y por los analistas. Me refiero a la cantidad de personas que respondieron a la encuesta en la que las llamadas corcholatas compitieron para resultar candidato presidencial. Los voceros del partido oficial informaron el 6 de septiembre de 2023 que para designar a su candidato se hicieron cinco encuestas de 2,500 entrevistas cada una. En cada una de ellas el 40% votó por la triunfadora Sheinbaum. 

Ese 40% equivale a mil personas (suficientes, pues las demás encuestas fueron réplicas). ¿Cuál es el resumen de esta tercera interpretación olvidada por los analistas y el respetable? Que sólo mil personas votaron por Sheinbaum para resultar candidata presidencial. Y esto es tan cierto y vinculante como que al día siguiente, el día 7, sobre la decisión de mil personas recibió el bastón de mando de manos del presidente, y en ese acto (en un restaurante) se consumó la transmisión del poder sin que la Oposición se diera cuenta. Lo demás, de nuevo, fue puro trámite.

En junio de 2024, para efectos de avanzar o no con la reforma al Poder Judicial las encuestas arrojaron que un 77% (De las Heras), un 83% (Enkoll) y un 81% (Morena) de los consultados se manifestaron a favor de que se realice. Revisemos. ¿81% de qué? De 1195, de 1202 y de 1458 personas, que fueron los respectivos tamaño de la muestra para cada encuestadora. 

Es decir que, en cada caso, para inferir estadísticamente sobre la decisión política de 130 millones de mexicanos, o sobre la de 100 millones de electores, alrededor de sólo mil personas tomaron la decisión de apuntalar la que ya de por sí estaba tomada de antemano. Otra vez mil como en la decisión de la candidatura presidencial de septiembre del año pasado. Mil electores es el número mágico para las decisiones de gran calado. En todos los casos lo demás es puro trámite.



Así las cosas, lo que a veces parece una fiesta democrática multitudinaria de decenas de millones de personas es en realidad un pálido reflejo de decisiones que ha tomado una sola persona (en Palacio) o mil (en las encuestas), no millones. Con personajes pretéritos conocidos por su nombre propio como son los expresidentes su consulta solo atrajo a un 7% del electorado en 2021. Un líder carismático actual -como lo es el presidente- sólo atrajo al 17% del electorado en 2022. 

¿Qué porcentaje participará en una elección de jueces, magistrados y ministros con nombres y trayectorias perfectamente desconocidos, con ofertas electorales difíciles de comprender y aún de establecer? ¿Un 10%, un 5%? En junio del año que viene, a lo que parece, se elegirán a los jueces, magistrados y ministros como consecuencia de la reforma judicial. 

Veremos entonces lo que se reputará como un luminoso resplandor democrático. En ese instante no sabremos a ciencia cierta si ese resplandor será el de un incendio o el resplandor de una muy triste fiesta.

@WenceslaoXalapa

10 junio 2024

2024: identidad y pertenencia

2024: identidad y pertenencia 

Wenceslao Vargas Márquez 

La Unam descubrió el 17 de mayo lo ya descubierto por otros en otras épocas. En un estudio titulado Diez dimensiones de la regresión democrática en México, firmada por Jacqueline Peschard (tinyurl.com/29yd2shz), explica lo siguiente: 

Los datos de Latinobarómetro muestran que sólo 48% de la población en la región respalda la democracia hoy, mientras que en 2010 lo hacía 63%. En México, la situación es más grave, porque dicha apreciación es apenas de 35%. Hay un aumento de la indiferencia ciudadana frente al tipo de régimen que los gobierna (a 28% de los latinoamericanos no les importa si el régimen es democrático o autoritario y la proporción actual es del doble de lo que se registraba en 1997)”. 


Añade Peschard: El 17% de los ciudadanos considera que en ciertas circunstancias podría respaldar a un gobierno autoritario; en nuestro país, esa proporción asciende a 33%. Es decir, un tercio de la población está dispuesta a sacrificar libertades individuales y derechos políticos y civiles a cambio de soluciones a los problemas, sobre todo económicos y de inseguridad”. 

Eso, sacrificar derechos a cambio de bienestar, explica la actitud del electorado mexicano aceptando el régimen del PRI durante tantos años, sobre todo a mediados del siglo XX. El PRI resolvía y el electorado aceptaba explícitamente o toleraba implícitamente. Al final, el partido fue un desastre: el sexenio 2012- 218 fue su tumba. En 2024 gobierna sólo dos estados y no es difícil que en 2030 (o 2027) siga los pasos del PRD. La democracia no acaba de nacer ni en 2024, ni en 2018, ni hace veintitantos años como dicen algunos. La democracia es la que es. 

Desatino total es querer calificar las elecciones presidenciales de Guadalupe Victoria o Benito Juárez o Madero con los parámetros de hoy sólo porque nuestros abuelos no tuvieron credencial para votar con fotografía, ni urnas transparentes, ni padrón exhaustivo cuando era imposible tenerlo. Es necio. Como la historia es sólo intercambiar nombres propios, sacrificar derechos vía el Plan C a cambio de algún bienestar con programas sociales, es decir, buscar un renovado ogro filantrópico, es también la razón del electorado mexicano en 2024 para ratificar al partido en el poder por seis años más. El bienestar no es lo único: la razón también es un sentido de pertenencia a un grupo. El presidente Amlo ha sido eficaz en esto. 



Recordemos un apunte de Octavio Paz refiriéndose al PRI: 

El partido es una burocracia de especialistas en la organización y en la manipulación de las masas. Su influencia se extiende horizontalmente sobre todo el país y, verticalmente, desciende hasta el ejido, el sindicato, el municipio y la cooperativa. A través de sus avatares y cambios de color (PNR, PRM, PRI), no ha cambiado de función: es el órgano de control de las masas pero asimismo hasta hace algunos años y más mal que bien, era su órgano de expresión. Precisamente la manifestación más inmediata y aguda de la crisis actual reside en que el PRI, aunque sigue controlando las masas, ha dejado enteramente de expresarlas”. 

Esto le escribía Paz a Adolfo Gilly, preso en la cárcel de Lecumberri en 1972 (El Ogro Filantrópico, 1978). El PRI viviría gobernando una treintena de años más pero ya Paz dictaminaba entonces la erosión del PRI como representación de masas. ¿Qué dejó de ser el PRI y qué es hoy Morena? 

Le propongo al lector la misma respuesta para esta pregunta doble, porque la historia es sólo cambiar nombres propios: 

Sociedad jerárquica pero abierta, sociedad que abre el camino de los privilegios y del poder a los que poco o nada tienen mitad orden religiosa y mitad agencia de empleos, hermandad y mutualidad, el partido otorga a sus miembros un sentimiento de identidad social. Esto es precioso porque es algo que el mundo moderno niega a los hombres: esa seguridad que da saberse parte de una comunidad y, a través de ese saber, sentirse el fin uno mismo”. 

Erich Fromm escribió en 1941 que le tenemos miedo a la libertad, que ante la crisis de identidad social buscamos de manera masoquista (es el adjetivo que usa) la subordinación a una persona o a un grupo. Así explicaba los gobiernos totalitarios de esos años en Alemania e Italia (y España). Supongo que el electorado mexicano, siguiendo a Fromm y Paz, perdió la identidad y pertenencia al mayoritario PRI en el año 2000. 

Después dio tumbos, tanteando en la oscuridad en 2006 y 2012, en alternancias sin sentido, hasta que halló en 2018, con un estridente Eureka, un nuevo ogro benefactor, una nueva identidad y una renovada subordinación a un líder carismático, heraldo de una nueva era. Como dijo la IIS-Unam en mayo: no le preocupa al electorado perder algunas libertades y derechos vía el Plan C a cambio de que nuestro ogro benefactor se mantenga cuidándonos -muy atento- desde lo más alto de la torre. 

 X: @WenceslaoXalapa

03 junio 2024

En la bolsa el Plan C

 En la bolsa el Plan C

Wenceslao Vargas Márquez

Con los resultados electorales de la noche del 2 de junio se confirmó la ventaja de Claudia Sheinbaum para la Presidencia de la República. Lo indicaban prácticamente todas las encuestas, las serias y las no tanto. Lo que estaba en disputa era el margen del triunfo, mismo que terminó, para sorpresa de la Oposición en una diferencia de 30 puntos favorables al oficialismo, 60 a 30, para decirlo rápido y en números redondos. Ganó Sheinbaum con más votos absolutos y relativos que López Obrador en 2018. Nada qué añadir.

La otra disputa electoral, mediáticamente menos llamativa, más técnica, era la pelea por el control del Poder Legislativo con sus 128 senadores y 500 diputados. Esto, por lo que podría significar para la ejecución de lo que se ha llamado Plan C, que es, para cualquier efecto práctico, la concreción de las 20 reformas (18 constitucionales y dos legales) que el presidente presentó el 5 de febrero, de última hora, pues bien pudieron haberse presentado en 2018 o 2019. En febrero parecía muy complicado para el presidente, pero apostó y ganó.



Temprano de éste lunes 3 de junio, en el segundo día de la victoria, la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, dio en la mañanera presidencial el escenario que tiene el Gobierno acerca de la composición de la nueva legislatura federal. Anunció lo siguiente: en diputados Morena tendría 243, PT 48, Verde 74, para un total de 365, por encima de la mayoría constitucional que es 2/3 de 500, o sea 334. Le sobran una treintena para modificar la Constitución. Para el PRI 34 diputados, PRD 2 y PAN 72, para un total de 108. MC tendría 26 y habría 1 independiente. 365 más 108 más 26 más 1 hacen los 500 que constituyen la Cámara.

En el renglón de senadores espera el Gobierno, en voz de la secretaria Alcalde, 60 para Morena, para PT 8, para el Verde 14, totalizando 82. La mayoría constitucional se construye con 2/3 de 128 que son 86. Están a un paso: les faltan 4 al oficialismo. Nada difícil será convencer a 4 de MC o del PRI, en ese orden, para salir adelante. La Oposición se quedaría con 17 para el PRI, 2 para el PRD y 22 para el PAN para un total opositor de 41 senadores. MC retiene 5 senadores. 82 más 41 más 5 son los 128 que conforman el Senado.

El riesgo de esta victoria es la eliminación de contrapesos, riesgo y contradicción en un sentido histórico. Por sentido histórico entiendo que es reeditar al Porfirio Díaz del siglo XIX y al PRI del siglo XX. No pocos de los más distinguidos militantes de Morena criticaban a Porfirio Díaz por someter a los poderes legislativo y judicial. 



Igualmente censuraban que hiciera eso mismo el PRI en el siglo XX. Muchos fueron activistas contra esto. Ahora lo hacen ellos. ¿Por qué en otros es pecado y en mi grupo sería virtud en el siglo XXI? Es una paradoja que debería ser explicada. Ya dijo el presidente que dialogará con Sheinbaum lo conducente. Bien.

La secretaria Luis María Alcalde dijo que tener al alcance la mayoría calificada es la posibilidad de modificar la Constitución. Es correcto… pero incompleto. Incompleto porque no dijo que significa la posibilidad de modificar la Constitución… unilateralmente, sin tomar en cuenta a la Oposición. 

Fue la apuesta del presidente, y la ganó moviendo su ajedrez desde Palacio y las mañaneras. Ganó su discurso de que la Oposición todo bloquea.

Es que nuestra historia nacional consigna que siempre hemos necesitado de un hombre fuerte que nos dirija y proteja. Este tema lo traté en el año 2018: los emperadores, los virreyes, Santa Anna, Juárez, Díaz, los presidentes salidos del PRI, han sido los predestinados a resolver nuestros problemas. 



Escribí en ése año: Hoy, cinco de cada diez electores claman por una renovación, igual que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos clamaron la intervención de los hombres fuertes con quienes les toco coexistir”. Hoy ya son seis de cada diez, o incluso siete si se incluye al ambiguo MC. 

El mandato hoy renovado es que el electorado le da más facultades al Ejecutivo vía el Plan C para que nos resuelva todo como el papá benévolo que queremos ver. Habrá más facultades al Ogro Filantrópico de Octavio Paz para acabar con los pretextos. ¿Por qué así? Por miedo. La respuesta la dio Erich Fromm en 1941: es que le tenemos miedo a la libertad.

X: @WenceslaoXalapa

2024: un comunista a la presidencia

 2024: un comunista a la presidencia

Wenceslao Vargas Márquez

La historia pasa a nuestro lado y con frecuencia no la vemos. Hoy resulta mítica la estatura de Valentín Campa como candidato sin registro a la Presidencia de la República enfrentándose sin registro al coloso que era el invencible PRI cuya bandera levantaba José López Portillo. Sabemos la historia del gobierno del último presidente de la Revolución, tal como ese presidente se definió.

Hoy tenemos entre nosotros a otro candidato presidencial comunista sin registro en la persona de Marco Vinicio Dávila Juárez, tal como lo fue Campa hace casi medio siglo. En entrevista telefónica con el autor de estos párrafos, Dávila dijo no coincidir con la 4T y su candidata por no ser de izquierda el gobierno actual. Las dos candidatas presidenciales, la oficial y la opositora, representan el mismo proyecto, y por eso la necesidad de presentar esta candidatura comunista de la que pocos datos han salidos a los medios.



Igual que Campa en 1976, Dávila y su candidatura no tienen registro para contender. Marco Vinicio es veracruzano nacido en Córdoba, biólogo por la Universidad Veracruzana, de 59 años de edad. Explica que el Partido Comunista no tiene registro por una negativa del INE del año 2019 y por eso él es candidato sin registro. Las razones de la negativa son de distinto tipo y si algo falta para el registro es financiamiento.

Le pregunté el origen del financiamiento de su campaña y me dijo que son contribuciones de la membresía del partido, con presencia en 23 estados de la República, y de las más diversas agrupaciones sociales. Me explica que ha gastado 35 mil pesos en la campaña desde el arranque de ella hasta el momento de la entrevista en la tarde del martes 9 de abril. Desde luego, añade, no tienen financiamiento público como el resto de los partidos y candidatos.

Los medios tradicionales en general no han tenido buena recepción a la candidatura presidencial comunista. A nivel de reporteros hay al menos algún interés, pero en algunos mandos directivos las notas de prensa no avanzan. El fuerte mediático de la candidatura presidencial son los medios alternativos, las redes sociales, principalmente las propias y oficiales del Partido Comunista, partido que cumplirá 30 años este próximo noviembre de 2024.



Le he consultado al maestro Marco Vinicio si hay registros de candidaturas presidenciales comunistas entre la de Valentín Campa en 1976 y la suya propia de 2024. Me contesta que no, y hace memoria de la anecdótica candidatura del Doctor Simi, Víctor González Torres, pero –explica- ninguna otra candidatura comunista ha habido en casi medio siglo.

Y añade, con tono firme, que si lanza su candidatura a la Presidencia es porque la alianza oficial y su candidata representan lo mismo que la alianza opositora y su candidata. Son parte del mismo proyecto, explica, y la candidatura oficial y el gobierno actual no son de izquierda. Por eso, dice, nos vemos obligados a actuar, precisamente por la falta de verdaderas opciones de cambio para el país.

Intencionalmente, durante la charla telefónica no toqué el nombre del otro candidato presidencial varón por ser Máynez, a juicio del autor de estas líneas, por completo irrelevantes. Por mil conceptos históricos, en 2024, la candidatura comunista de Dávila es más importante y llamativa que la de MC.

Me pregunto al redactar estas líneas si el INE tendría inconveniente de incorporar a Dávila a los debates presidenciales de los que faltan dos. Ya conozco, ya creo saber, la indebida y descompuesta respuesta. Como el candidato comunista recorre el país buscando el voto, le consulto acerca de cuándo estará en tierras veracruzana, en concreto en Xalapa y Veracruz-puerto. Me dice que hacia el 15 de mayo y el aviso circulará en los medios con la debida anticipación y ofrece al autor de estas líneas hacerle llegar fecha, hora y lugar, con la debida oportunidad.



En 2024 no hay tres candidatos a la Presidencia de la República. Hay cuatro. Son dos mujeres y dos hombres. Tres registrados y uno que no tiene registro y se llama Marco Vinicio Dávila Juárez por el Partido Comunista, indebidamente ignorado por algunos medios de comunicación.

Dice el diccionario de la RAE que “hombrada” es una ‘acción muy meritoria y esforzada’. A la par que es un esfuerzo colectivo del partido, Dávila está intentando la hombrada que intentó Valentín Campa hace casi medio siglo como candidato presidencial sin registro. Para reconocer a Campa debieron pasar 30 o 40 años. ¿Igual tiempo deberá pasar para reconocer el esfuerzo de Dávila Juárez que en 2024 es también candidato presidencial sin registro? Es que frecuentemente la historia pasa a nuestro lado y no la vemos.

             X: @WenceslaoXalapa